La magia de las letras (ilustración de Lola Roig) |
Hoy, un día como
otro cualquiera, mis pupilas se inundaron de lágrimas. Me siento
como un cristal roto, como una persona sin valor. El silencio me
rodea, como la tristeza rodea mi alma. Mis manos comienzan a temblar
pensando que no puedo hacer nada para detener mi dolor. Un día
especial no tiene que ser un día feliz: un día especial es aquel
que vas a recordar toda tu vida.
Hoy es uno de esos
días, donde la luz de mi interior se va apagando poco a poco cual
flor marchita y muere sin dejar rastro alguno. Pensando en tu nombre
en mi estómago se hace un nudo y me recorre todo el cuerpo un
sentimiento de tristeza, como una estación olvidada, dejándose
llevar por el tiempo hasta desaparecer por completo, esperando ese
recuerdo de aquella persona especial.
Pasan los días,
mi estado de ánimo no mejora. Me siento como un violonchelo que no
produce notas, que ya no sirve, un objeto roto, olvidado, con el
deseo de que alguien le dé utilidad, que lo renueve, que lo guarde y
que lo cuide como a su propio corazón.
Pensando en
aquellas conversaciones que tuvimos, me doy cuenta de que nada es
para siempre, que un “te quiero” no es para toda la vida y que
las personas cambian hasta llegar un momento en el que ya no las
reconoces. Aquella tarde me di cuenta de que, aunque las cosas
cambian, sigo pensando que eres la casualidad más bonita que llegó
a mi vida.
Alejandra Fernández Rodríguez 1º ESO
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